viernes, 15 de enero de 2010

Nuevos trucos

No se como lo logré, pero baile samba. Si, y no rían, que lo hice bien. Supongo que el hecho de estar entre extranjeros me hizo sentir con un poco más confianza para hacer el ridículo. Para mi sorpresa no fue nada para sentir verguenza, lo contrario: comencé a atrapar miradas alrededor. Primero de los argentinos, paraguayos y colombianos que llevé, poco después de unos brasileños. "Eres el extranjero que más cerca esta de bailar bien" dijeron. Uau. Y yo que tenía serios problemas con la cumbia, ahora bailo una cosa que va a unos 240 beats por minuto. Derepente podía coordinar movimientos distintos con mis pies, cadera y hombros más o menos armoniosamente. El movimiento de los pies aún no me lo puedo explicar: izquierdo adelante, en medio, derecho al frente, e medio, izquierdo atrás, derecho atrás. Tal vez ese no sea el orden correcto. Ese maldito ritmo me controla.

jueves, 7 de enero de 2010

Carnaval samples

El jueves por la noche, en Bixiga, la escuela de samba Vai Vai tiene un ensayo general para el Carnaval. La entrada cuesta diez reales y por el talón de mi boleto puedo participar en la rifa de una bicicleta último modelo. Unas diez cuadras abajo cerraron el cruce de dos calles que han formado una plazuela improvisada. Ahí estamos unas quinientas personas esperando la bomba. Esperando el samba.

Pero esto no es una escuela. Esto es el gremio-recreativo-cultural-social-escola de samba Vai Vai. Así se llama. Y si uno mira a su alrededor, no podrá ver más que eso. El Carnaval lo hacen blancos, negros, niños, mujeres, juniors, marginados, nacos, narcos, putas, putos. Lo esta haciendo cada persona que camina por las calles de Brasil. Vai Vai es a escola do povo. Un taxista y su esposa, estilista, han venido a ver a su hija, que es parte de un bloque que hace alguna suerte con unos bastones. El viejo dueño del restaurante de la esquina viste una camisa rosa y azul y es el emblemático MC que coordina todas las secciones de la escuela. Los vendedores ambulantes no viven ahí, pero han vendido ahí mismo desde hace más de veinte años. Hoy el invitado de honor es Cafú.

A la cabeza, esa morena. Siento el aroma dulce de su piel bronceada, que se mimetiza con aquel pequeño vestido negro que busca contener su voluptuosidad. Pero el vestido será derrotado: el día de Carnaval se leerá su epitafio. Sus piernas largas incendian el pavimento sin piedad, más rápido de lo que nuestros ojos pueden percibir. Quedan sus finos tacones iluminados por unos brillantes incrustados. El tacón entraña la esencia femenina del samba, su sensualidad, su delicadeza, su fuerza. Hoy la morena es simplemente perfecta. Pronto será reina. Es indomable, su mirada destruye ojos, bocas y manos, la cercanía es peligro. La siguen cuatro cenicientas girando con la bandera de la escuela, y de cerca las passistas: veinte mulatas que emanan el calor la fiesta en cada centímetro de sus cuerpos. Y todas ellas nos someten, someten cada uno de nuestros sentidos. El Carnaval es una marea de belleza que se desborda sin control, y nos arrastra hacia la catarsis permanente.

El escenario esta al centro, sobre él la banda. Las notas de la guitarra y el cavaquinho se columpian entre los beats tropicales de los tambores. Y encima de ellos, cuatro grandaoes cantan el samba-enredo. El samba-enredo es la canción con la que compiten en el Carnaval, pero no es una canción cualquiera. Éste se repite una y otra vez durante horas. No tiene comienzo, ni tiene fin, es un ciclo. Se mete hasta el fondo de nuestra mente. El samba-enredo es un mantra que nos induce al trance. La banda toca, sin embargo, al mismo tiempo nadie los ve. Es irrelevante estar sobre un escenario, el espectáculo esta aquí abajo. Las melodías y las voces se desdoblan en un ciclo interminable y quedan allá, más al fondo, mientras todo lo demás acontece.

La batería esta plantada justo debajo del escenario. Surdos, caixas, tambourims, repiquinhos, pandeiros, cuicas, chocalhos, agogos; todos acomodados en filas. Su organización es casi militar: existe un orden dentro de este supuesto caos. La batucada es una legión. Y es una legión negra. Las percusiones comienzan a hablar, poco después a gritar. Su voz nos ordena caer en un sangoloteo sin fin. No se hacen esperar las explosiones y el humo de los petardos tiñe el cielo de rojo carmesí. Los directores de batería intentan domar a una bestia de diez mil decibeles e indican todos los cambios y movimientos. Su silbato es una orden constante y no para de sonar. Y como equilibristas danzan vertiginosamente sobre cada compás. La bestia vive, la batería es su corazón.

La musica y yo hemos sellado un pacto de sangre, no nos podemos separar. Adelante de nosotros esta la comisao de frente. Cada tambor, cada pandero sale ahora de nuestros poros. La comisao baila y nos hace bailar. Ellos no están simplemente organizando a los que estamos ahí, la comisao es la armonía. Son los artífices detrás de los rostros de éxtasis y la explosión de la masa. Estamos adentro, somos Carnaval. Bailamos al ritmo de la comisao y cantamos el samba-enredo hacia el infinito. Y es imposible parar porque realmente uno no quiere, nadie quiere parar. El samba es droga y yo soy un adicto.

Eu viajei e vislumbrei esa historia ...
Eu viajei e vislumbrei esa historia ...
Eu viajei e vislumbrei esa historia ...

un Brasil con filosofía asiática ...

Ella dijo que iria al litoral de Sao Paulo con sus amigos a pasar el anho nuevo. Por mi lado yo iria a Rio de Janeiro, con mis amigos ...

Las terminologias brasilenhas me han parecido raras desde el principio. Estar ficando con alguien es la mas maravillosa de ellas. Cuando se esta ficando con alguien, la pareja o los ficantes deciden comenzar a llevar una relacion mas alla de lo sexual. Se frecuentan, se dan muestras de carinho y se abre una ventana emocional. Se entiende que ambos estan buscando evolucionar dentro de esta relacion. Aqui ninguno de los dos esta buscando un acoston: el acoston ya es un hecho obvio.

Sin embargo esto no implica un compromiso total. Siempre existe un pequenho vacio. No se ofrece una exclusividad abiertamente, pero si puede exigirse a cambio. Es como de a mentis o algo asi. Es el titulo namorados lo que representa este compromiso total. Siendo mas pragmaticos, un ficante no deberia ver a alguien mas, un namorado no puede ver a alguien mas.

El mal pedo es que esto resulta en un rollo de hueva meramente moral, pues lo que el ficante deberia de hacer es algo sumamente relativo. Y en estas sociedades catolicas al fin y al cabo, eso inevitablemente nos remite al: "que no se entere". Al final del dia, ser ficantes es practicamente una jutificacion para cagarla.

Asi, ella me dijo que partiria a Guaruja y yo a Rio ...


Me platico que no deberiamos ver a nadie mas. Bueno, a decir verdad hasta llego a sonar a amenaza. Tal vez dentro de la nebulosa esta de estar ficando, habia finalmente un poco de claridad.

Pero ella no fue a Guaruja ese dia. Ella lo recogio en el aeropuerto. El trajo unos presentes y ella lo llevo a conocer la ciudad. De nuevo estaban juntos. Ella se puso su vestido mas bonito y el la llevo a cenar. Aquel viaje a Guaruja lo hicieron juntos.

Y yo fui a Rio ...

Creo en el compromiso. Creo en el en el sentido de respetar los tratos. No vi a nadie mas.

Ella regreso de la playa, con el. Yo volvi tambien, pensando en ella. La tenia que buscar. Ella no tenia telefono pero ahora esas cosas ya no son necesarias.


La irrupcion de la teconologia en la vida privada es un hecho aterrador. Eso de tener acceso a las redes sociales nos expone. Siempre hay cosas que no deberiamos ver ahi, pero que terminamos viendo. Siempre hay cosas que no queremos que esten ahi y alguien siempre termina subiendo. Y nunca sabremos si hubiera sido mejor no tener la puta computadora en ese momento. Toda una experiencia tipo Cheaters. Ahora ya no me preocupo por lo que vi ... sino por lo que no vi (sic.). Pero paradojicamente estar en esta posicion, es tener el sarten por el mango. Y aun puedo encontrar un cierto picaro placer en ello. Es jodido que te pongan los cuernos, pero es aun peor que te descubran poniendolos.

No hay que buscar justificarse con la mentalidad brasilenha. Ni es tan madura ni es tan cruel. El hecho no deja de ser autenticamente chacal. Pero es a fin de cuentas una vuelta mas. Ya sabia el Karma que me lo tenia bien merecido ...

miércoles, 6 de enero de 2010

Morador da rua

Puedo ver sus huesos queriendo romper su piel. Marcan cada articulación de su frágil figura. Su fortuna es vestir lo que alguien más afortunado que él no quiso más. Su camiseta vieja y percudida despliega una constelación de estrellas sin luz. Oscuridad en cada agujero. Y al mismo tiempo todo él cubierto de suelo. Cubierto de esa gloria maldita que el agua no lava. Su cabello y sus uñas han crecido de más. Es lo único que aún crece en él. Su caminar es lento y sus movimientos son torpes, pareciera estar alcanzando algo que nunca alcanza. Él es Sísifo. Pero de ninguna manera esta perdido: él ya llegó. Y platica, platica consigo mismo. Y se vuelve Dios.

domingo, 3 de enero de 2010

Rio 2010

Dormi mal. Diez horas de suenho no eran suficiente para recuperarme de la juerga del dia anterior -que no habia durado menos de unas veinte horas,- Rio de Janeiro aun cubierto por esas nubes de mierda que me persiguen desde que llegue a este pais. Aqui tambien tienen problemas serios de desasolve de canherias. Ultimo dia del anho y la unica alternativa que hay para cruzar la calle es meter el pie al agua negra esa. Gracias a Dios la idea esta de estar en la playa nunca pierde su encanto y matiza el panorama. Seguramente la caca en el mar es mas cool.

Salimos a buscar algo de comer. Comi una ensalada y me senti pateticamente aliviado por comer sano. Todo para justificar todo el alcohol y antefaminas del dia anterior (definitivamente me da pena ser susceptible a tales chantajes del marketing, disculpen). La lluvia seguia, pero quedarse en el albergue era peor. Reunir gente siempre resulta una actividad per se, y a falta de alternativas es siempre una eleccion menos mala. Esto no es mas que el simple traslado de unas personas con otras que tampoco saben que hacer. De nuevo olvidamos que la lluvia siempre es sinonimo de trafico, y de nuevo nos dimos cuenta que la hueva siempre nos saldra mas cara. El taxi obviamente fue mucho mas caro que el metro, aun cuando apostamos que nunca sucederia.

Verga. En serio que no estoy en condiciones para salir. Y menos a un anho nuevo. Pero no salir seria como eso de "la puntita nada mas" ... y todo mundo sabe que "la puntita nada mas" es algo que no se hace y punto. Algunos no habian ido a comer y fui por mi segundo plato (creo que el dia anterior no comi). De ahi, a andar por las playas de Copacabana e Ipanema. Algo nublado, y aun un poco humedo, por otro lado yo resistiendo la cruda. Ese dia no estaban ahi las tangas de hilo dental que me trajeron aqui, ese dia habia una composicion un cuanto chillante de vendedores, familias, turistas y folkor local. Yo seguia sin reaccionar.

Guiado por el tradicional adoquin de las playas cariocas, veia como comenzaba a formarse la mancha blanca. Es de buena suerte recibir el anho nuevo vestido de blanco. No se si la costumbre responde a alguna tradicion africana onda santeria o mas bien a la moda. De cualquier manera ahi estaba yo de blanco tambien (algo que fue completamente accidental).

A la hora de reunion las playas de Rio de Janeiro ya eran un enjambre de cientos de miles de personas. Desde los ricos sentados en la terraza del Copacabana Palace -aquel hotel de donde descendieron los Stones-, hasta la legion de favelados ocupandose del suministro de cerveza de la fiesta. Cinco escenarios sobre los postos con musicos de MPB, Samba y Axe que me hubiera gustado conocer mejor. Y al fondo, el mar con tres grandes cruceros flotando simetricamente.

Como toda fiesta de estas dimensiones, su organizacion termina siendo un desmadre. Todo guey tomando chela pareciera venderla, hasta que se descubre que mas bien trajo su hielera personal. Llegar a un punto de venta es cuestion de unos diez minutos. Esperar cambio, ingenuo. El banho igual o peor, aunque con la ventaja que el mar se ha transformado en un retrete colosal.

La Samba toca, la cerveza corre, asi como la Champagne. La mitad de la fiesta parece estar drogada. Tienen pupilas muy grandes. Yo tambien. Todo esto al tiempo que la gente baila. Baila y no para, es lo unico que se hace esta noche.

Algunos nos queremos separar del grupo, pero para hacerlo tendremos que encontrar alguna especie de base. Cualquier lugar en la arena es suficiente para que perdamos al primer companhero: iba a cagar al mar y nunca volvio (al momento de escribir esto aun no lo he visto). Otros mas simplemente desaparecen, asi como otros aparecen. Encontramos a los Sudafricanos. Ellos tambien estan borrachos. La musica para. Los cruceros encienden sus luces ... cinco, cuatro, tres, dos, uno ... y todo explota.

La gente comienza a correr hacia el agua. Aqui no se comen uvas, aqui se brincan las primeras siete olas. Brincar las siete olas es tambien un muy buen pretexto para ir a mear. A partir de eso todo se torna difuso, los movimientos de la gente no tienen mucho sentido, el tiempo parece dejar de importar y la toma de decisiones se vuelve mas torpe aun. Ahi es cuando uno hace cosas semejantes como comprar 24 latas de cerveza calientes. Casi todos perdemos algo ... a mi me toco perder una tarjeta telefonica ajena, ademas de la objetividad. Terminamos esperando aquel amanecer que nunca sucedio, sobre una roca en Ipanema. La chica de la cancion es ahora mas bien a-la-psychodelic-trance.

Estoy en el Metro. Subo al albergue y tomo mis cosas.

Son las 10 am ...

Hay que regresar a Sao Paulo ...