miércoles, 6 de enero de 2010

Morador da rua

Puedo ver sus huesos queriendo romper su piel. Marcan cada articulación de su frágil figura. Su fortuna es vestir lo que alguien más afortunado que él no quiso más. Su camiseta vieja y percudida despliega una constelación de estrellas sin luz. Oscuridad en cada agujero. Y al mismo tiempo todo él cubierto de suelo. Cubierto de esa gloria maldita que el agua no lava. Su cabello y sus uñas han crecido de más. Es lo único que aún crece en él. Su caminar es lento y sus movimientos son torpes, pareciera estar alcanzando algo que nunca alcanza. Él es Sísifo. Pero de ninguna manera esta perdido: él ya llegó. Y platica, platica consigo mismo. Y se vuelve Dios.

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