jueves, 7 de enero de 2010

Carnaval samples

El jueves por la noche, en Bixiga, la escuela de samba Vai Vai tiene un ensayo general para el Carnaval. La entrada cuesta diez reales y por el talón de mi boleto puedo participar en la rifa de una bicicleta último modelo. Unas diez cuadras abajo cerraron el cruce de dos calles que han formado una plazuela improvisada. Ahí estamos unas quinientas personas esperando la bomba. Esperando el samba.

Pero esto no es una escuela. Esto es el gremio-recreativo-cultural-social-escola de samba Vai Vai. Así se llama. Y si uno mira a su alrededor, no podrá ver más que eso. El Carnaval lo hacen blancos, negros, niños, mujeres, juniors, marginados, nacos, narcos, putas, putos. Lo esta haciendo cada persona que camina por las calles de Brasil. Vai Vai es a escola do povo. Un taxista y su esposa, estilista, han venido a ver a su hija, que es parte de un bloque que hace alguna suerte con unos bastones. El viejo dueño del restaurante de la esquina viste una camisa rosa y azul y es el emblemático MC que coordina todas las secciones de la escuela. Los vendedores ambulantes no viven ahí, pero han vendido ahí mismo desde hace más de veinte años. Hoy el invitado de honor es Cafú.

A la cabeza, esa morena. Siento el aroma dulce de su piel bronceada, que se mimetiza con aquel pequeño vestido negro que busca contener su voluptuosidad. Pero el vestido será derrotado: el día de Carnaval se leerá su epitafio. Sus piernas largas incendian el pavimento sin piedad, más rápido de lo que nuestros ojos pueden percibir. Quedan sus finos tacones iluminados por unos brillantes incrustados. El tacón entraña la esencia femenina del samba, su sensualidad, su delicadeza, su fuerza. Hoy la morena es simplemente perfecta. Pronto será reina. Es indomable, su mirada destruye ojos, bocas y manos, la cercanía es peligro. La siguen cuatro cenicientas girando con la bandera de la escuela, y de cerca las passistas: veinte mulatas que emanan el calor la fiesta en cada centímetro de sus cuerpos. Y todas ellas nos someten, someten cada uno de nuestros sentidos. El Carnaval es una marea de belleza que se desborda sin control, y nos arrastra hacia la catarsis permanente.

El escenario esta al centro, sobre él la banda. Las notas de la guitarra y el cavaquinho se columpian entre los beats tropicales de los tambores. Y encima de ellos, cuatro grandaoes cantan el samba-enredo. El samba-enredo es la canción con la que compiten en el Carnaval, pero no es una canción cualquiera. Éste se repite una y otra vez durante horas. No tiene comienzo, ni tiene fin, es un ciclo. Se mete hasta el fondo de nuestra mente. El samba-enredo es un mantra que nos induce al trance. La banda toca, sin embargo, al mismo tiempo nadie los ve. Es irrelevante estar sobre un escenario, el espectáculo esta aquí abajo. Las melodías y las voces se desdoblan en un ciclo interminable y quedan allá, más al fondo, mientras todo lo demás acontece.

La batería esta plantada justo debajo del escenario. Surdos, caixas, tambourims, repiquinhos, pandeiros, cuicas, chocalhos, agogos; todos acomodados en filas. Su organización es casi militar: existe un orden dentro de este supuesto caos. La batucada es una legión. Y es una legión negra. Las percusiones comienzan a hablar, poco después a gritar. Su voz nos ordena caer en un sangoloteo sin fin. No se hacen esperar las explosiones y el humo de los petardos tiñe el cielo de rojo carmesí. Los directores de batería intentan domar a una bestia de diez mil decibeles e indican todos los cambios y movimientos. Su silbato es una orden constante y no para de sonar. Y como equilibristas danzan vertiginosamente sobre cada compás. La bestia vive, la batería es su corazón.

La musica y yo hemos sellado un pacto de sangre, no nos podemos separar. Adelante de nosotros esta la comisao de frente. Cada tambor, cada pandero sale ahora de nuestros poros. La comisao baila y nos hace bailar. Ellos no están simplemente organizando a los que estamos ahí, la comisao es la armonía. Son los artífices detrás de los rostros de éxtasis y la explosión de la masa. Estamos adentro, somos Carnaval. Bailamos al ritmo de la comisao y cantamos el samba-enredo hacia el infinito. Y es imposible parar porque realmente uno no quiere, nadie quiere parar. El samba es droga y yo soy un adicto.

Eu viajei e vislumbrei esa historia ...
Eu viajei e vislumbrei esa historia ...
Eu viajei e vislumbrei esa historia ...

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