viernes, 23 de abril de 2010

En defensa del Speedo



A diferencia de muchos países en el mundo, aquí los hombres usan Speedos. Éstos trajes de baño -o sungas, como ellos les llaman- se asemejan a una trusa en su corte, estan hechos de licra y suelen ser algo ajustados. En Brasil las sungas no son una moda, son una tradición. Así como nosotros tenemos los trajes de china poblana y del istmo de Tehuantepec, aquí tienen esas madres y las tangas. De tal forma que usarlas es socialmente lo más normal, y existe un buen número de razones para esto.

Por un lado son inmensamente más cómodas. Al entrar al agua no flotan ni se menean; al salir no se embarran ni se repliegan mezcladas con un masacote de arena. Por otro lado, el material del que están hechas permite que sequen rápidamente. Pero sin lugar a dudas su mayor ventaja, por más narcisista que sea, es que permiten un bronceado parejo. Sin embargo el problema aquí no son las ventajas o desventajas técnicas del traje de baño; el problema es de otro tipo.

Muchos de sus detractores relatan en tono angustiado cuán espantoso les resulta la idea de que algún puto quede hipnotizado admirando su "paquete". Bien señores, las playas no están llenas de putos, salvo que busquen una intencionalmente. Están más llenas de mujeres que, en otras situaciones, llegan incluso a pagar dinero para ver a tíos usando éstos trajes de baño. Sin tomar en cuenta que la playa es de los pocos lugares donde hay muchas más mujeres que hombres, estos acomplejados se dedican con gran esmero a pensar en la minoría y no en la abrumadora mayoría. Lo mismo aplica para aquellos que expresan su profundo malestar por "tener que ver esas cosas" en un lugar público como la playa. Pues no señores, no se tienen que ver. Las ve el que quiere, sobre todo los que pierden interés en mirar mujeres en traje de baño.

Pero existe una subespecie de críticos de la sunga más divertida: la que hace de la excepción una generalización. Sí, aquellos que al escuchar un galope juran que se trata de un unicornio y no de un caballo. Ellos sostienen que sería terriblemente traumatizante ver a algún gordo de panza voraz en la playa usando un Speedo. Y vaya que lo sería. Pero un gordo como los que imaginan es igualmente grotesco en bermudas (es por eso que yo opino que los gordos de alto calibre sólo deberían ir a la playa en un traje para desarmar bombas como los que usan en Irak) o casi cualquier otra prenda de vestir. Y finalmente olvidan que el gordo monstruoso carente de todo sentido de estética y autocrítica es la excepción, no la regla.

A decir verdad, la razón verdadera de éste grupo de temerosos es mostrar a la gente que su bulto no es un bulto de cocos, sino uno de cacahuates. No usar una sunga simplemente evidencia que el sujeto efectivamente tiene (o cree tener) el pito chiquito. Lo peor del caso es que ni siquiera les importa que las mujeres hagan su propio juicio acerca del tamaño de su miembro, sino el juicio de sus compas, con quienes a diestra y siniestra, alardea de su godzilla, animalon o monstruote.

No sé si a dos semanas de irme de Brasil tenga sentido comprarme un Speedo, pero definitivamente hoy que vaya al centro comercial voy a ver precios ...

1 comentario:

  1. queremos las ventas de de este traje de baños mini patas varones 2010 en todo Chile para vender

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