lunes, 3 de mayo de 2010

Playboy



Mis ropas parecían de pordiosero y cambiarlas fue lo primero que hice tan pronto tuve dinero (por desgracia hace no mucho tiempo). Entre los nuevos trapos que compré está esta playerita Playboy, bien a toda madre con su cuello en v, la tipografía original en color plateado, y hasta morras de comic retro dentro de cada letra. Y el concepto. Sólo piensen en el poder de la palabra playboy escrita en mi pecho en dinámicas de ligue. Nombre, seguro que con esto ya me convertía en Mauricio Garcés en portugués. Sea lo que sea, cumplía su función excepcionalmente bien: da de que hablar (y hasta para escribir). Y ahí andaba yo, trepando en la nube del pornstar en los revens, cuando comencé a escuchar la palabra playboy en el portugues coloquial de Sao Paulo. Se escucha por aquí y por allá. Básicamente un playboy, o playboizinho, es un fresa pendejo. Si, ni siquiera fresa sofisticado de la Condesa, y menos aún cliente del Bar Bar. Hagan de cuenta que tengo una playera con letras bien grandotas que dice pipope. Me urge llegar a otra cultura.

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